La resiliencia es una de las cualidades del ser humano que le permiten adaptarse, crecer y prevalecer a pesar de los obstáculos. Esto implica que uno no es fuerte sólo cuando no muestra su sufrimiento, sino también cuando es capaz de exponerse y pedir ayuda cuando lo necesita. El resultado es que la persona se desarrolla de forma sana y exitosa a nivel tanto físico como mental, e incluso, saliendo fortalecida de tal contratiempo.
¿Cómo saber si soy resiliente?
Para responder a esa pregunta, te aconsejo echar una mirada atrás y ver por todos los momentos complicados en los que has salido adelante y en los que te has sorprendido de tu propia capacidad. ¿Cuántas veces nos ponemos el límite con pensamientos como “no puedo hacerlo” o “no lo soportaré”? Los conflictos no son sólo momentos de incertidumbre sino también oportunidades para probarnos a nosotros mismos, convirtiendo la “amenaza” en “reto”. Para ello tenemos que confiar en nuestras habilidades y recursos personales.
¿Cómo podemos potenciar la resiliencia?
En un momento de crisis sanitaria como el que vivimos se hace aún más acuciante la necesidad de trabajar sobre nuestras propias fortalezas para así aumentar la resistencia ante el estrés y los problemas de la vida cotidiana.
Los 7 pilares de la resiliencia
Existen 7 pilares sobre los que trabajar para aumentar la resiliencia:
1. Desarrollar nuestra capacidad de introspección: es la facilidad para identificar qué pensamos y cómo nos sentimos en un momento determinado, dirigiendo nuestra capacidad analítica e inteligencia emocional a comprender el comportamiento propio y ajeno dentro de la situación.
2. Lazos vinculares fuertes: implica tener una capacidad de interacción que nos permita establecer vínculos con otras personas sintiéndonos cómodos con la intimidad.
3. Apoyo social: siguiendo con el punto anterior, estos lazos vinculares son un recurso de sostén en la familia, pareja, amigos… Convirtiéndose en un factor protector frente a los escenarios potencialmente traumáticos.
4. Creatividad: es la capacidad de ver el mundo desde otra perspectiva, de crear e inspirarse en el trabajo de otras personas. Resolviendo los problemas desde el pensamiento lateral.
5. Sentido del humor: es fundamental tener la capacidad de reírse de uno mismo y de reconocer la alegría y disfrutar de las cosas a pesar de las circunstancias.
6. Esperanza: implica el pensar que lo que queremos alcanzar es posible manteniéndonos optimistas y centrados en alcanzar nuestra meta porque confiamos en nuestros propios recursos.
7. Inteligencia emocional: según Daniel Goleman implica la capacidad de descubrir las emociones y sentimientos propios, reconocerlos, manejarlos, crear una motivación propia y saber gestionar las relaciones sociales.
Todos tenemos la capacidad de elegir de qué manera queremos hacer las cosas y qué actitud tomar frente a unas condiciones de vida adversas y salir de ellas transformado. Aprovechando estas circunstancias como una oportunidad de desarrollo y crecimiento personal.
¿Qué camino escoges tú?